Manes, el candidato que desea encarnar a un “Milei normal”
Como la canción infantil, cuando María Eugenia Vidal les abrió la puerta para ir a jugar a los radicales al renunciar a la batalla electoral que debía dar en la provincia de Buenos Aires para n...
Como la canción infantil, cuando María Eugenia Vidal les abrió la puerta para ir a jugar a los radicales al renunciar a la batalla electoral que debía dar en la provincia de Buenos Aires para nada (obtuvo un triunfo magro como diputada de CABA y acaba de renunciar a su candidatura presidencial) despertó a esa centenaria célula dormida de Juntos por el Cambio.
Los descendientes de Alem y de Yrigoyen, que habían naturalizado ver el timón de Juntos por el Cambio en exclusivas manos del Pro, a partir de ese momento empezaron a soñar con pilotear ellos mismos esa nave. En el triunfo holgado en las PASO de JXC, y algo más ajustado en las elecciones bonaerenses de medio término, en 2021, fue clave el aporte de la UCR con 1.200.000 votos de Facundo Manes, cinco veces más que los sufragios con los que fue ungido diputado por CABA Javier Milei, ese mismo año.
Pero por H o por B, el nombre del líder libertario resuena muchísimo más que el de Manes y no se le cae de la boca a nadie. La mayoría lo invoca para denostarlo y a él le sirve igual. En la semana que pasó hasta lo acusaron de estar enamorado de la hermana, mientras no afloja con su idea de dolarizar y retomó su inquietante teoría de establecer una suerte de mercado de órganos.
Lo que no había pasado hasta ahora es que alguien que pretende derrotarlo en las urnas en las próximas elecciones intente darle un nuevo giro a esa marca registrada de la mayor novedad política de los últimos años y capitalizarla a su favor.
“Soy el Milei normal”, se autopercibe Facundo Manes, quien no coincide en nada con el candidato anarcoliberal, aunque tiene cuatro características que lo asemejan: también es un outsider de la política, transita su primer cargo político (ambos son diputados), es una suerte de eslabón perdido e inorgánico que no encaja bien con nadie y opina con bastante desparpajo sobre el Pro, si bien tras reunirse con Mauricio Macri atenuó esas críticas.
Pero en tanto que Milei construyó su popularidad con sus explosivas irrupciones mediáticas y su frondosa cabellera revuelta (últimamente morigeró su melena y bajó un par de cambios su verba inflamada), Manes trabajó su celebridad desde dos fuentes de fundados conocimientos científicos como reconocido neurólogo: 1) es autor de varios best sellers sobre el cerebro, ha llenado teatros y hasta tuvo programas de TV dedicados a ese tema, y 2) hace justo diez años su nombre ganó aún más trascendencia cuando estuvo al frente del equipo que intervino a Cristina Kirchner por un hematoma subdural, durante su segunda presidencia.
Espasmódico en el manejo de su carrera política, alterna períodos de bajo perfil con irrupciones puntuales. Ahora parece haber encendido de vuelta los motores con un norte claro: disputar en las PASO de JXC la candidatura presidencial no solo enfrentando a los aspirantes del Pro (Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich), sino contra su principal contendiente radical (Gerardo Morales, el gobernador de Jujuy que de acuerdo a cómo le vaya hoy en las urnas a su candidato a sucederlo, Carlos Sadir, podrá plantarse con mayor o menor firmeza en esa interna en ciernes).
Manes acaba de publicar un nuevo libro titulado Decir Presente/Hacer futuro, una suerte de plataforma de sus ideas y planes, retomó sus contactos territoriales en el conurbano y presentó a sus dos economistas de cabecera: Marina Dal Poggetto y Martín Rapetti.
El “Milei bueno” cuenta con otras metáforas explosivas en la manga: cree que, si en octubre gana Larreta o Sergio Massa, sería como si en las elecciones de 1983 hubiese triunfado un militar. El parteaguas de la historia en aquel momento se encarnó en una figura excluyente: Raúl Alfonsín. Para este tan anunciado “fin de ciclo” y comienzo de una eventual nueva era, ¿se siente Manes un nuevo Alfonsín o, tal vez, desea ser una versión siglo XXI de ese radical cismático que fue Arturo Frondizi, cuyo proyecto desarrollista reivindica y quiere continuar “con inclusión”?
Considera que hay que evitar el salto al abismo y a la eventual salida del sistema que significaría un triunfo del “Milei malo”, un agrio voto protesta que expresaría la desilusión social porque la democracia reconquistada hace cuarenta años profundizó la pobreza y no potenció el desarrollo.
La política en modo de campaña permanente lo exaspera y la medicina sigue siendo su gran pasión. Continúa atendiendo casos muy puntuales y complejos, pero el resto los deriva a sus equipos, así como nueve de las diez líneas de investigación en las que venía trabajando y se ha quedado con una sola: neurociencias y políticas públicas.
Manes se calza el guardapolvo de médico, que es una suerte de escudo prestigioso y sentencia: “Vamos a curar la Argentina; Milei es un remedio vencido”.